Una saga que había apuntado alto (excepto por la tercera parte, con un menda que no lo conocía ni su padre en Tokio) y el epitafio de Paul Walker nos deja en este epílogo (o no, por que estaban rodando la séptima parte cuando Paul Waker nos dejó) que, si bien tiene dos escenas de mérito, nos deja un saborcillo amargo y con menos coches de los habituales. Además, Elsa Pataky, está muy vista y sale poco, falta de tías buenas, un guión con más agujeros que las fosas nasales de Belén Esteban, de hecho dicen que el malo tiene que encontrar un último componente de un arma, pero no dicen ni el arma ni el componente, ¿o es el tanque?, toques dramáticos sin mucho sentido... en fin, Paul, no me gusta despedirme así, pero que le vamos a hacer...
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